La vida Universitaria: Mitos y realidades

El Licenciado en Ciencias de la Educación, Darío Arévalos, analiza el paso del colegio a la Universidad y derriba algunas "verdades establecidas".

Si estás cursando los últimos años del colegio, esta nota puede darte algunas pistas para pensar sobre tu futura carrera. Es una nota de opinión, que por supuesto, trataré de fundamentar siendo consciente de que no es “una verdad irrefutable”; sino una toma de posición fruto de mi experiencia como estudiante y actualmente como integrante de una Cátedra en la Universidad de Buenos Aires y docente de distintos cursos destinados a profesores de educación media.

Para muchos estudiantes como vos, es un momento difícil dado que a medida que el tiempo pasa el nivel de incertidumbre aumenta ¿Dónde estudio? ¿Qué carrera elijo? ¿Qué es lo que quiero hacer y cuál es el costo?

Esta nota no te ayudará a responder estas preguntas, pero sí intentará despejar algunas dudas acerca de la educación superior, que muchas veces surgen cuando escuchamos algunas “frases hechas” o alguien evoca imágenes, sobre la universidad o el terciario, no ajenas a prejuicios.

Intentaremos entonces de-construir alguna de ellas.

“La universidad es solo para los inteligentes”

Lo primero que deberíamos preguntarnos es sobre el significado de la inteligencia. Y ello es muy complejo, dado que existen muchas controversias entre diferentes especialistas sobre el tema. Y como esto excede ampliamente a lo que este artículo propone, preferimos no abordarlo.

Si diremos algo en la que la mayoría coincide: la inteligencia se construye. De modo que pensar que la misma es una condición anterior a la decisión de ingresar a una institución de educación superior, solo refuerza los prejuicios de quienes piensan que “algunos merecen” lo que otros no. Si la inteligencia se construye, no hay dudas que es posible adquirir diferentes habilidades y que nunca es tarde para ello, solo es cuestión de predisposición, disciplina, dedicación, esfuerzo y muchas ganas de superarse.

Además, está ampliamente demostrado que para hacer una carrera es fundamental más que una inteligencia “privilegiada”, adquirir “hábitos académicos”: saber organizar tus tiempos, trabajar en equipo, asistir a las clases, llevar adelante diferentes estrategias de lectura, dedicar un tiempo importante a la práctica de ejercicios, consultar diferentes fuentes bibliográficas, participar en diferentes propuestas de capacitación (cursos, seminarios, grupos de estudios) entre otras.

“En la universidad uno termina siendo solo un número”

Es cierto que no es lo mismo la educación secundaria que la superior. Se supone que como todo adulto elegiste un camino para formarte y que no tendrás el mismo “acompañamiento” que tuviste en el colegio secundario. Pero pensar que eso alcanza para sentirse un número, es muy exagerado. Lo que cambia son las formas: un docente a cargo de 100 o 200 alumnos no recordará fácilmente tu nombre, pero si participas en sus clases, consultás o te acercás para hablar con algún docente, no queda duda que serás muy tenido en cuenta.

Además, no todas las clases tienen ese número de estudiantes: las clases teóricas suelen ser muy numerosas, pero las comisiones de prácticos, el número se reduce (15 a 30 alumnos aproximadamente) y allí podrás consultar muchas cosas que tal vez no te animaste a preguntar en una clase tan grande.

“Con un 4 aprobás. Sacarte un 10 es imposible”

Es cierto que en el sistema de puntos de una universidad o un instituto terciario, el 4 permite aprobar la materia. Eso no quiere decir que un 4 sea equivalente a un 4 en el secundario, lo que permite comprender que los números no tienen un “valor en sí mismo”, sino que dependen del contexto.Ahora bien, solo quienes asumen una actitud “suficiente” toman como “techo” la nota más baja de una escala de calificación: imagínate si en el futuro te toca contratar a un médico, un arquitecto o a un profesor; y en su CV el promedio no supera el 5. ¿Lo contratarías?Por supuesto que un promedio “no dice todo” acerca de un graduado, pero sí dice mucho del esfuerzo y la dedicación que el mismo le dio a su formación.

Por otro lado, el promedio no solo sirve para una posible inserción laboral, sino también para poder seguir un camino más “académico”: para obtener becas de investigación, como las de CONICET lo que más puntos suma es el promedio (incluso supera a las publicaciones en revistas, congresos, etc.).

¿La estrategia? Es fundamental la preparación de las materias, dedicarle un buen tiempo sea para hacer ejercicios o para leer; estudiar en grupos, tener una buena organización (para no estudiar a último momento) y no creer jamás que “es suficiente”: entre estudiar demás o “lo justo”, es preferible lo primero.¿Llegar a un 10 es posible? Totalmente, de lo contrario dicha nota no existiría…

Hay un discurso que circula en los pasillos de las universidades que dice: “si estudias para un 4, te sacás un 2; si estudias para 7, te sacás un 4; y si estudias para un 10 te sacás un 7 o un 8”. Por experiencia, siempre hay que estudiar para un 10 y en algún momento se llega.

“En las universidades privadas, comprás el título”

Comprar un título es un delito muy grave y casi no hay antecedentes que ello haya ocurrido alguna vez. Muchas veces se confunde “comprar un título” con “pagar una cuota” que es otra cosa. Ninguna universidad o institución terciaria privada, expondrá su imagen (que puede costarle la legitimidad de sus títulos) a un acto ilícito que atente contra ella.

“En las universidades públicas, se va a hacer política”

Por supuesto que la actividad política en las instituciones públicas suele ser mucho más fuerte que en las privadas. Pero de ninguna manera significa que por ser un estudiante de una institución pública, te convertirás en un “militante”. La opción de participar activamente en política está en cualquier institución, pero no deja de ser una opción entre otras. La militancia política no va en detrimento de la opción académica que has tomado previamente.

“Elegir un carrera es elegir lo que vas a terminar a siendo en toda tu vida”

Es una de las frases que más incertidumbre genera, aun cuando aparenta buscar seguridad a quien la escucha. ¿Por qué? Porque elegir una carrera, es elegir un camino que puede volverse, repensarse, desecharse o seguirse y terminarse. Muchas veces, detrás de esta concepción, hay una suposición de que uno está “naturalmente” destinado a seguir una carrera. Nada de eso, lo natural habría que dejárselo a lo que es propio de nuestra naturaleza como especie (comer, dormir, etc.). El gusto, el desarrollo de habilidades hacia un área de conocimiento (matemática, historia, biología, etc.) es producto de nuestra biografía personal que forma parte de una trama social y como tal, puede modificarse, cambiarse, repensarse.

Lamentablemente todavía algunos hablan de “vocación” en términos de "inclinaciones naturales" en lugar de gustos u orientaciones, generando mucho daño en quienes, habiéndose creído “destinados” para la realización de una carrera, al no encontrar los resultados esperados, terminan creyéndose incapaces para hacer otro camino.

“Mientras más caro, mejor”

Hay que tener cuidado con incorporar ciertas lógicas del mercado de bienes y servicios, a la hora de elegir la institución académica. Si bien la formación académica que obtengas dependerá de lo que vos hagas con tu trayecto de formación (si a tus materias le agregás cursos, seminarios externos, etc.); es cierto que el prestigio académico, los planes de estudios, los objetivos y métodos de una institución influyen en dicha formación. Si tenés dudas, y creés que es importante la elección de una institución a la hora de formarte, podés “googlear” algún ranking de universidades argentinas y de la región, que están disponible en la web.

“Si trabajás, no podés estudiar”

Es cierto que combinar las dos cosas, implica un gran esfuerzo. Pero de ninguna manera, significa que es imposible de hacer: muchas veces, trabajar nos ayuda a organizar mejor los horarios específicos que les destinamos a estudiar. No es por nada que muchas veces se dice que “tener un trabajo te ordena la vida”. Desde mi experiencia personal, el trabajo que tenía no era de mi mayor agrado, de modo que cuando iba a cursar o llegaba a mi casa para leer, era el momento más agradable del día. Porque era el momento en que me encontraba con aquello que me gustaba hacer. Por supuesto que trabajar y estudiar te lleva a destinar menor tiempo al ocio y al placer, sin embargo vas a disfrutar mucho el momento que le dediques para ir bailar, a salir con tu pareja y/o amigos. Y no solo eso: si la carrera te gusta, muchas cosas que hagas con ella, vas a tomarlas como parte de ese tiempo destinado al placer.

¿Y los chicos de Quinto, qué sienten con respecto al cambio que se avecina?

Las alumnas Victoria Valenzuela y Belen Beraldi, de Primer año A, entrevistaron a varios chicos de quinto para preguntarles acerca de sus pensamientos y planes para el futuro.

Tomas Magnici, Agustín Sotelo, Nicolás Valdez, Luciana Parsons, Santiago Villagra, Guadalupe Coronel, Laura Lopez y Karen Alvarenga son los futuros egresados del San Juan Evangelista. Aunque muchos tomarán diversos rumbos,todos coinciden en los sentimientos que atraviesan: miedo e incertidumbre por su futuro laboral y académico. También aseguran sentir tristeza por no compartir la vida cotidiana con sus compañeros y por distanciarse de los profesores. Piensan en los retiros que han compartido durante los cinco años, las clases, los recreos. Muchos expresaron su deseo de " detener el tiempo en quinto y disfrutar lo máximo posible".

Pero por otro lado, se mustran entusiasmados y con ganas de conocer los nuevos caminos que transitarán a partir del año que viene.

Desde Fuera de Serie les deseamos el mayor de los éxitos y como siempre, el San Juan es su casa y los acompañará en ese proceso.

Adelante!!