
FUERA DE SERIE
Revista digital de arte y cultura del San Juan
Sección Crítica y Análisis Literario
El Lugar del otro en la literatura y en la experiencia social
Por Evelyn Calcagno. Alumna de 5to B.
La mayoría de las historias, por no decir todas, tienen un “otro” que entra como un personaje nuevo en la comunidad o es el único que puede hacer algo (lo que lo convierte en un diferente).
Tenemos de ejemplo la literatura contemporánea: los libros de Narnia (niños de nuestro mundo que son llevados porque son los únicos capaces de arreglar los problemas en ese país) o incluso la famosa saga de Harry Potter (un adolescente de una la comunidad mágica que se convierte en un “otro” por ser el único con poder para vencer a Lord Voldemort).
Pero, ¿éstas cosas solo pasan en los libros? ¿Son sólo ideas de los escritores? (Aclarando que no se habla de la magia o de la transportación entre mundos).
La idea del otro es algo que está presente en la vida cotidiana, ya sea en el colegio, en el trabajo o incluso en la familia. La mayoría de las veces, cuando tenemos que ser nosotros “el otro”, sentimos miedo, incomodidad, nos sentimos aislados. Pero cuando nos toca recibir a alguien diferente, podemos elegir entre hacérselo fácil o decidir que la pase mal. ¿Por qué en esos momentos no nos acordamos de cómo nos cuesta a nosotros el integrarnos?
El pensar en el otro también nos lleva a hablar de la discriminación, ya que ésta se basa en la idea de aislar y tratar mal al diferente, sólo por ser diferente.
“Otro” no sólo quiere significar en que es nuevo en un grupo, sino que también puede ser uno de los miembros ya establecidos en él que por circunstancias de la vida tuvieron que, o decidieron, cambiar aspectos de su vida; lo que los convierte en uno más.
Algo que yo noto, es que cuando entra alguien nuevo a un grupo se busca integrarlo, que se sienta cómodo. Pero cuando alguien del grupo cambia (ya sea para bien o para mal, por decisión o por deber) no se suele cumplir la idea de aceptarlo, sino que se lo discrimina y se intenta convencerlo de que vuelva a ser como antes, o se lo castiga porque ya no puede ser lo que era.
Las mismas personas que luchan por integrar al nuevo, son las que lastiman al miembro antiguo por cambiar. Estamos tan acostumbrados a nuestra realidad y asustados del cambio, que sólo lo aceptamos parcialmente.
Lo que no notamos, es que todo está en constante cambio, incluso las personas. La mayoría de las veces son cambios lentos y progresivos, pero cuando nos encontramos con una nueva realidad de golpe, un cambio en lo ya cotidiano, nos cerramos totalmente a aceptarlo e incluso luchamos porque vuelva a ser como antes.
Lo que tenemos que aprender, es que un cambio no es necesariamente malo, ya que todos tenemos cambios abundantes y constantes en nuestra vida y en nuestra realidad. La presencia de un “otro” (un nuevo o un antiguo reformado) no significa que se avecinan cosas malas. A los cambios hay que aceptarlos y hay que buscar la mejor forma de que funcionen en nuestra realidad, mejorándola.